El problema de la paz by Joe Abercrombie

El problema de la paz by Joe Abercrombie

autor:Joe Abercrombie [Abercrombie, Joe]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2020-09-15T00:00:00+00:00


Una bienvenida adecuada

—¿Se puede saber para qué coño estamos aquí? —protestó Contratiempo, incómodo en sus mejores galas, aunque sus mejores galas se reducían a una capa nueva sobre su malla llena de muescas y a haberse limpiado las botas por primera vez en seis meses. Y ni siquiera eso lo había hecho bien.

—Para dar al Joven León una bienvenida adecuada —respondió Trébol.

—¿No luchábamos contra ese hijoputa de la Unión hace unos meses? La bienvenida adecuada para él sería un hacha en la cabeza.

—Un hacha en la cabeza es tu respuesta para todo —murmuró Sholla, que había cogido prestada una cota de malla para la ocasión pero solo había podido ceñírsela abrochando cinco cinturones en torno a su escuálida figura.

—Muy cierto. —Trébol asintió con tristeza—. Y una respuesta inadecuada en unas negociaciones de estado, creo que sería justo afirmar.

—¿En unas qué de qué? —murmuró Contratiempo, desconcertado.

—Todo esto se basa en la presentación. —Trébol movió el mentón hacia los jefes de guerra y los Mejores Guerreros de Stour, alineados a ambos lados del Salón de Skarling. Los mejores de los mejores, y con sus mejores atavíos, luciendo tantas joyas y baños en oro que Trébol se quedaba medio cegado por el centelleo cada vez que asomaba el sol—. Una muestra de fuerza. Una exhibición de poder. No nos hace falta un fuego, porque hoy hace calor, pero mira lo alta que tienen la hoguera, solo para demostrar que pueden. —Y, en efecto, los que habían tenido la mala suerte de que les tocara cerca de las llamas estaban sudando a través de la cota de malla—. No es tanto lo que revela la bienvenida sobre el invitado como lo que revela al invitado sobre el anfitrión.

Contratiempo parecía más desconcertado que nunca.

—¿Qué?

—Stour quiere aquí a todos esos mamones porque eso lo hace parecer grande —dijo Sholla.

—Ah. ¿Y por qué no has dicho eso y ya está?

Trébol suspiró.

—Porque tengo aquí a esta chica para que me traduzca al botarate.

—¿Qué leches es esto? —Sendaverde estaba recorriendo el salón, confirmando que todo el mundo cumpliera sus expectativas, si es que las tenía. Había llegado a Sholla y tenía una mueca tan burlona que era increíble que no se le viera el cráneo—. ¿Por qué cojones la has traído a ella?

Trébol oyó que Contratiempo daba un gruñido de disgusto y lo contuvo con un brazo antes de que sacara a la vista de verdad el cráneo de Sendaverde.

—Me dijiste que trajera a dos de mis mejores —respondió Trébol, con su habitual sonrisa tranquilizadora. A veces se sentía como el cuidador de una casa de fieras, siempre dando el callo para que los animales no se mataran entre ellos—. Si no la querías aquí, deberías haber meditado más el significado de la palabra «mejor».

Sendaverde se lamió los dientes con mucha afectación mientras se marchaba. Si lamerse los dientes hubiera servido para juzgar la medida de un hombre, él habría tenido un lugar en las canciones, desde luego. Sholla se lo tomó bien. Si podía decirse que una piedra se toma bien que llueva sobre ella.



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